24 noviembre 2020

Las normas de auditoría generalmente aceptadas

 En desarrollo de su trabajo para empresas privadas, los auditores deben cumplir una serie de normas profesionales, denominadas Normas de Auditoría Generalmente Aceptadas. En muchas jurisdicciones, se emplea un conjunto de normas cuyo origen fueron las declaraciones (Statement on Auditing Estándar – SAS, por sus siglas en inglés), emitidas por la Junta de Normas de Auditoría (Auditing Standard Board - ASB) del Instituto Americano de Contadores Públicos de los Estados Unidos de Norteamérica (American Institute of Certified Public Accountants – AICPA, por sus siglas en inglés) y se constituyen en los principios y requisitos que deben observar necesariamente los auditores en el desempeño de sus labores durante todo el proceso de auditoría, cuyo cumplimiento garantizará un trabajo profesional y una opinión técnica.


En general, es posible agrupar las normas de auditoría en tres categorías:


Normas generales,

Normas de trabajo de campo y

Normas de presentación de informes.

Las normas son estándares mínimos para la ejecución de una auditoría. Cada compromiso de auditoría puede requerir que se realice un trabajo de auditoría más allá del especificado en las normas, con el propósito de emitir adecuadamente una opinión sobre un conjunto de estados financieros. Se presenta a continuación una síntesis de las normas:


Normas generales:


Suelen hacer referencia a las condiciones y características de quien realiza el trabajo. Se refieren a lo siguiente:


La auditoría debe ser realizada por un auditor que tenga una formación y competencia adecuadas. Para el efecto, el auditor debe tener educación y experiencia, así como mantenerse actualizado, mediante educación continua para permanecer actualizado en el campo de la auditoría.

El auditor debe ser independiente en realidad y apariencia.

El auditor debe tener debido cuidado profesional en la realización de sus tareas de auditoría.

Normas de trabajo de campo:


Suelen referirse a la manera de ejecutar la labor:


El trabajo está adecuadamente planeado y los asistentes debe estar debidamente supervisados.

El auditor debe obtener una comprensión del cliente y sus procedimientos de control interno para que pueda planificar su auditoría, incluyendo la naturaleza, el tiempo y el alcance de sus pruebas y procedimientos.

Las evidencias y pruebas obtenidas durante la auditoría deben ser suficientes y competentes para respaldar las cifras de los estados financieros preparados por la dirección y las afirmaciones del informe.

Normas de presentación de informes


Estas normas hacen referencia a las consideraciones respecto de la emisión del informe:


En una auditoría financiera, debe indicarse claramente si los estados financieros se prepararon conforme a los principios y prácticas contables que se emplean en la jurisdicción respectiva y de manera consistente para todas las cuentas.

El auditor debe expresar si el cliente proporcionó cualquier información adicional necesaria para obtener una debida comprensión de las cifras de los estados financieros.

El auditor debe incluir su opinión sobre si los estados financieros reflejan razonablemente la situación financiera de la empresa sometida a auditoría.

Ahora bien, las normas y/o legislaciones de diferentes países o regiones han incorporado temas adicionales en las normas de auditoría. Por ejemplo, el uso del trabajo de expertos, sucesos presentados luego del cierre de estados financieros, requisitos para trabajos específicos, entre otros.


Si bien el enfoque principal de las normas de auditoría generalmente aceptadas está dado por la auditoría financiera, ello no obsta para que sean aplicadas en lo pertinente, en cualquier trabajo de auditoría. Las normas de auditoría para el sector público y para otros trabajos de auditoría, comparten los principios y orientaciones fundamentales.

ORIGEN Y EVOLUCIÒN


El origen moderno de la Auditoría Interna se atribuye a la crisis de mercado acaecida en 1929 en los Estados Unidos. El endurecimiento de la normativa sobre fiabilidad y transparencia de la información contable, así como la mayor responsabilidad de los gestores en los países desarrollados llevó en aquel entonces a las compañías a contratar auditores externos.

Luego de la depresión, el proceso de la auditoría que realizaban los auditores revisores cada vez era más extenso, por lo que debieron recurrir a la realización de auditorías intermedias. La extensión de los trabajos obligó a implementar un sistema de control interno que inspirara confianza a los auditores para que estos pudieran apoyarse en él, limitándose al estudio selectivo de las partidas. Desde entonces los objetivos de la función son dos: la auditoría del balance, para obtener un resultado más seguro, y una auditoría permanente sobre la gestión de la empresa. En un principio el objetivo era la contabilidad ya que esta, al ser realizada en forma manual, reflejaba muchos errores. Cuando aparecieron medios mecánicos de registración, el auditor interno comenzó a trabajar en otro tipo de comprobaciones, especialmente controles de caja, haberes y existencias. La auditoría interna, como profesión específica, definida e independiente, no emergió hasta el año 1941, cuando se crea The Institute of Internal Auditors, en los Estados Unidos de Norteamérica. Este instituto ha regulado la profesión de auditor interno. Posteriormente, el auditor interno salió de los registros contables e ingresó en la faz actual. 

Últimos desarrollos.

La reseña anterior nos muestra que la auditoría interna, en una primera etapa, era identificada básicamente como una función de cumplimiento dentro de las compañías. El auditor externo tenía como objetivo verificar la exactitud de la información financiera de una empresa ante diversos usuarios externos, como ser inversores, bancos, acreedores o el Estado, mientras que el auditor interno estaba centrado en los intereses de los propietarios y directores de las organizaciones. Por ello, verificaba no solo el cumplimiento de la normativa externa sino también la interna, así como también protegía los activos de las compañías ante diferentes riesgos, sobre todo el fraude. 

El mundo en el que opera la auditoría interna está en un permanente cambio. Las empresas pasaron de verse enfrentadas a una demanda de productos y servicios, superior a los ofrecidos por las mismas, a una oferta que superaba la demanda. Los procesos informáticos llegaron a las compañías, así como la competencia global. Asimismo, cada vez más tienen mayor importancia los activos intangibles y la gestión del conocimiento. Por ello, no alcanza con proteger los activos clásicos de una empresa, hay que proteger la cartera de sus clientes, las bases de datos, los conocimientos y la experiencia de su personal, la calidad de los productos y servicios. Hay que ser competitivo y la auditoría interna debe celar por ello. En la actualidad, la mayoría de las entidades reconocen que la función de auditoría interna, dado su campo de acción en todas las áreas y niveles de la organización, cuenta con un posicionamiento estratégico para ayudar a las mismas a enfrentarse a nuevos retos, riesgos y muy especialmente a estar alerta ante los eventuales fraudes. El riesgo de fraude existe en todos los negocios y organizaciones. Se destaca la característica de que los fraudes son cada vez más tecnificados y difíciles de identificar. No solo se tecnifican las prácticas, sino el nivel técnico de los defraudadores. Existen redes de fraude amplias y muchas veces se externalizan las operaciones con el riesgo adicional que ello implica. Asimismo, la mejora continua se aplica a todos los procesos de una organización, incluyendo al de auditoría interna y control interno. Por ello, la auditoría interna tiene la responsabilidad de velar por la mejora continúa en todas las áreas, procesos, productos y servicios de una compañía, entre otros aspectos para que sea competitiva en el mercado. Es una actividad estratégica y clave en cuanto a prevención.

Uno de los mayores desafíos es añadir cada vez más valor agregado a su función. No solo debe participar activamente en la evaluación del control interno y la detección del fraude. Cabe destacar que la falta de control interno es citada como la debilidad más importante que contribuye al fraude. El mayor número de casos se produce en el área de contabilidad, ya sea manipulando pagos o facturaciones falsas, entre otros. Los mayores importes se ven en la alta dirección como ser corrupción, facturas falsas, reembolsos de gastos entre otros. Comenzando el siglo XXI, en el marco de un buen gobierno corporativo, sistema a través del cual las corporaciones empresariales son dirigidas y controladas, la auditoría interna debe aportar buenas prácticas para las organizaciones, fiabilidad y confianza en los sistemas de control interno, salvaguardar activos y el ahorro de costos, impulsar el cumplimiento de la estrategia, siendo una conexión entre los diferentes elementos del gobierno corporativo, supervisar leyes y normativas y ser un facilitador de la gestión de riesgos.



 

IMPORTANCIA DE LA PLANIFICACIÓN DE UNA AUDITORÍA.


Para gestionar una Auditoría de calidad y efectiva hay que comenzar con una buena planificación, para ello se realiza un análisis de los objetivos y metas que se desean cumplir, en donde se definen estrategias concretas de los puntos que serán evaluado en la empresa u organización, es por esto que debe haber un primer contacto para este entendimiento y conocer el modelo de negocio para tener una visión más amplia de los problemas que se pudiesen presentar durante el proceso de auditoría. 

Como actividades previas a la planificación de auditoría, hay que considerar el tiempo, el costo  los recursos humanos y materiales. Por consiguiente, es importante reflexionar en la identificación de los problemas y riesgos porque pueden causar cambios significativos en los alcances ya definidos en el plan de auditoría.

Es fundamental trabajar articuladamente y unir todos los esfuerzos de auditoría para evitar dispersiones y trasmitir a todo el equipo de profesionales las ideas del personal más experimentado, y así, prever situaciones que afecten a la eficiencia de la evaluación y a la conclusión del informe de auditor.

La labor del auditor juega un papel muy importante en la planificación de la auditoría, ya que le va a permitir seguir el camino de la eficiencia oportunamente, a fin de obtener el conocimiento de los procedimientos gerenciales y del control interno de la entidad auditada, así mismo, la supervisión del trabajo dentro de los plazos establecidos y siempre bajo el enfoque de hacer cumplir las normas internacionales.

Básicamente existen 3 tipos de auditoría a la cuales se le pueden hacer una planificación, entre ellas tenemos; la financiera, de gestión y la de examen especial. La primera está relacionada con todo lo financiero como su nombre indica, la segunda se encarga de los recursos económicos su eficiencia y eficacia, la tercera y última engloba los objetivos de la financiera y de Gestión.

TRADUCE NUESTRO BLOG -!